A sus 95 años, Luis Rodríguez Olmo aún recuerda con claridad aquel jonrón que conectó en la Serie Mundial de 1949, que lo convirtió en el primer latino, y por ende el primer puertorriqueño, en conseguir un batazo de cuatro esquinas en el Clásico de Otoño cuando jugaba para los Dodgers de Brooklyn. 

“Sí. (Fue) entre el (jardín) central y el izquierdo”, dijo Rodríguez Olmo a Primera Hora durante una visita de este medio a su residencia sobre el suceso ocurrido el 7 de octubre de 1949.  

Sin embargo, dicho recuerdo es uno de los pocos que alberga en su mente el ex jugador conocido como “el Jíbaro”, ya que desde hace poco más de año medio padece de la condición de Alzheimer, al igual que su esposa Emma, con quien lleva casado más de 74 años. 

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El cuidado de Rodríguez Olmo y su esposa ha quedado en manos de su hija y su nieto, Ana Lucy y Yuri Pérez Rodríguez, el esposo de Ana, Carlos Bonetti, y dos cuidadoras que se tienen que repartir el tiempo ya que el patriarca de la familia y su compañera de más de siete décadas no pueden estar solos en ningún momento.

Las primeras manifestaciones de la enfermedad llegaron para cerca del cumpleaños 94 del “Jíbaro”, cuando este no pudo reconocer a un doctor de la familia con quien ha tenido contacto por años. 

Sin embargo, el golpe grande llegó en agosto de 2014, cuando Rodríguez Olmo sufrió el virus de chikungunya, y toda su vida y la de la familia cambiaron por completo. 

“Su entorno familiar no lo dejó de reconocer hasta que se enfermó. Tuvo tres días con fiebre y un día lo encontré en el piso. De ahí nunca más supo que esta era su casa de más de 50 años”, dijo Ana Lucy, única hija de Rodríguez Olmo, pues el hijo varón falleció en el 2000. 

Los pasados ocho meses han sido unos de fuertes luchas para la familia del conocido “Pelotero de América”. 

Doña Emma, a quien Rodríguez Olmo  conoce como “Tita”, lleva más de seis años con la misma condición y actualmente está en cama con un tubo gástrico, ya que no puede ingerir alimentos por sí misma, además de que padece de úlceras por estar encamada y está ciega. Contrario a Emma, quien fue presentando poco a poco los síntomas de la condición, en el caso de Rodríguez Olmo “fue fulminante”, según describió su hija.

Ambos llegaron a estar en un centro de cuido por dos semanas, pero la experiencia fue muy difícil para la pareja y la familia, y regresaron a su hogar.

“Desde agosto, nuestra vida ha dado un giro completo. Necesitan un cuido extremo. A él no le gusta estar solo y no lo puede estar”, indicó Ana Lucy, mientras Rodríguez Olmo le hacía señas a su nieto Yuri, la luz de sus ojos, como preguntando de qué se estaba hablando en el momento. 

Como todo paciente de Alzheimer, Rodríguez Olmo a veces olvida comer, son constantes las visitas a los médicos y recuerda a muy pocas personas y sucesos recientes. En las tardes, casi al anochecer, tiene episodios de ansiedad y pierde  la noción. De igual forma, busca la manera de salirse de su cama de posiciones si no hay alguien con él. En su momento, el segundo boricua en jugar en las Grandes Ligas llegó a rebajar 32 libras.

Muchos los gastos, pocos los ingresos

Aunque Rodríguez Olmo tuvo una buena carrera en las Grandes Ligas y en el béisbol latino, este no vivió en la época de los millones de dólares. Todo lo contrario;  vivió en carne propia la discriminación en su tiempo como jugador.

El arecibeño Rodríguez Olmo, quien fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol Latino en el 2014, solo sumó seis temporadas en las Mayores, y por ende, no es elegible para una pensión vitalicia de dicha entidad. Necesitaba llegar a los 10 años, pero una suspensión del organismo le costó tiempo en el Circo Grande por  irse a jugar a México, luego de reclamar, sin éxito, un aumento de salario que nunca le dieron. 

Señales y mitos más comunes de la condición 

Por ende, son muy pocos los ingresos que recibe en la actualidad. Hoy día sobrevive con el cheque de seguro social y una corta pensión de su antiguo lugar de trabajo. Otra ayuda proviene de las Grandes Ligas (de parte de la Baseball Alumni Association) con una pensión de $4,000 al año, de la cual le retiran $800 por concepto de impuestos.

A esto se le suman otros $400 de seguro social por motivo de su esposa, además de una pensión del programa BAT (Baseball Assistance Team), el cual le dará $1,000 por seis meses, pero sin seguridad de que la ayuda continúe. 

Obviamente, estos ingresos en nada comparan con los gastos que conllevan cuidar y darles una calidad de vida a pacientes de esta triste enfermedad. 

“Los gastos son exorbitantes. Hay que monitorearlo para su alimento, bañarlo, ponerle supositorios, llevarlo al baño, todo”, dijo Ana Lucy, quien también tiene problemas de salud y tuvo que poner su casa en alquiler para irse a vivir con sus padres en la residencia de más de 50 años en Santurce. 

También, aunque tiene la casa salda, la familia de Rodríguez Olmo tiene pagar sobre $3,000 al año al gobierno por la propiedad. “Nosotros hemos hecho acercamientos con el gobierno local, que están en gestiones para canalizar ayudas para don Luis, ya que el caso de él no es un derecho de la familia, le corresponde al pueblo de Puerto Rico por los aportes que le ha dado a este país”, dijo Bonetti. “Yo no veo mucho futuro en eso. Yo necesito rápidamente”, respondió Ana Lucy, quien ha dejado de vivir para ella para hacerlo por sus padres.  

“Te puedo decir que yo no tengo vida; no vivo para mí. Me gustaría vivir un poco para mí porque en este proceso uno se va acercando demasiado a ellos. Este es un tiempo que uno tiene que ir retirándose, porque la separación va a ser inevitable”, señaló Ana Lucy. 

“Ahora estoy más apegada a ellos que antes. No es fácil. A veces estoy con él y cuando veo que se levanta me digo: ‘Dios mío, ¿este es el papá que yo tenía hace ocho o nueve meses? ¿Dónde está ese hombre fuerte, valeroso que podía sostener una conversación?”, agregó conteniendo las lágrimas. 

Reclamo de ayuda

Con mucha humildad, su familia hizo un llamado para ayudar económicamente en lo que se pueda a Rodríguez Olmo y su esposa, ya que “el Jíbaro” ha sido uno de los grandes del deporte puertorriqueño, que no solo dejó su huella en su tierra, sino también en el exterior y fue de los que sembraron la semilla para los que ahora están en las Mayores.   

“Tenemos que honrar y reconocer esas personas que abrieron el camino. Una persona bien humilde. Deben ayudar lo que puedan”, dijo su nieto Yuri, quien junto a su madre, recordó como su abuelo atendía y firmaba cientos de tarjetas a personas que ni conocía. 

“La grandeza de abuelo es su humildad. Eso sobrepasa (todos) sus logros”, agregó Yuri. 

“Buen nieto”, le respondió Rodríguez Olmo a su nieto mayor con una sonrisa y un apretón de manos. 

(Para ayudar a Luis Rodríguez Olmo puede otorgar su donativo a la cuenta de cheque del Banco Popular número 024 3000 39).