Si el verano del 2023 le pareció muy caluroso e interminable, sepa que toda la información científica apunta a que esos eventos de calor extremo van a seguir ocurriendo y podrían, incluso, ser más frecuentes y más intensos, por lo cual se hace imperativo comenzar a ver ese calor extremo como otro elemento más para tomar en cuenta, tanto para hacer política pública como para tomar decisiones a nivel de comunidades, familias e individual.

Ese es uno de los mensajes principales que se desprende de las presentaciones de diversos científicos, meteorólogos, doctores y otros expertos que participan del Primer Encuentro sobre Calor Extremo en el Caribe, que se lleva a cabo en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

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Los expertos, una y otra vez, resaltaron la importancia de que se tome en serio la amenaza que supone el calor extremo, toda vez que los datos muestran que conduce a más hospitalizaciones y más muertes, al punto que lo describen como un “asesino silencioso”.

“El calor extremo se convierte en una de las amenazas más protagónicas en el Puerto Rico y en el Caribe cuando hablamos de cambio climático”, afirmó el doctor Pablo Méndez Lázaro, profesor del Departamento de Salud Ambiental del Recinto de Ciencias Médicas e investigador asociado del Centro Comprensivo del Cáncer.

En Puerto Rico, el calor extremo aumenta las hospitalizaciones.
En Puerto Rico, el calor extremo aumenta las hospitalizaciones. (Shutterstock)

“Se conoce como un ‘silent killer’ (asesino silencioso). Tiene impacto no solamente en la vida, en la calidad de vida de las personas; en la salud pública; en la agricultura; en la disponibilidad de agua; en los ecosistemas sensitivos, oceánicos y terrestres, como pueden ser los arrecifes de coral, que son termosensitivos también; tiene impacto en el consumo energético, luego vemos como entonces tenemos interrupción en el servicio eléctrico, que es un servicio esencial para la calidad de vida en Puerto Rico. Y luego, pues es más difícil mitigar los episodios de calor para ciertos grupos poblacionales”.

A manera de ejemplo, mencionó el “impacto significativo” que tuvo el calor extremo del 2023 en el funcionamiento de las escuelas, que se vio además reflejado en sondeos y encuestas que llevaron a cabo a través de las escuelas para conocer la preparación, acciones e impacto que dejó ese calor extremo.

“Y es un poco chocante porque, como se ha estado viendo, nosotros hacemos ciencia, tenemos datos, analizamos, masticamos imágenes satelitales, de todo, pero el punto de la percepción, lo que la persona siente, es extremadamente importante. Por eso estábamos hablando de la parte de exposición y de condiciones de salud preexistentes que nos pueden hacer más sensitivos a los episodios de calor extremo”, sostuvo el también investigador principal de la Red de Adaptación Climática del Caribe.

Recalcó que este tema es clave para pacientes con cáncer, que son más sensitivos al calor y pueden sufrir deshidratación más rápido, particularmente si están bajo tratamiento. Asimismo, mencionó a los pacientes de condiciones cardiovasculares, arritmia, enfermedades cardiacas, obesidad mórbida, diabetes, hipertensión como grupos especialmente vulnerables al calor extremo.

De igual forma, se destacó que niños y personas de avanzada edad son igualmente más vulnerables ante los episodios de calor extremo.

“Es calor extremo, no es solamente la temperatura, que es lo que se ha estado diciendo. No miremos solamente la temperatura, hay muchas otras variables y factores que nos hacen más sensitivos al calor. Y eso es lo que estamos tratando de cambiar en este mensaje con este encuentro, que ya empecemos a ver esto como una amenaza seria y que hay que tomar acciones”, insistió el doctor.

“No tenemos superpoderes, no somos superhumanos. En Puerto Rico el calor extremo aumenta las hospitalizaciones. No es solo, ‘ah, mira, se murió por deshidratación’. No, hay muchas otras causas, más amplias, por las cuales las personas fallecen durante el episodio de calor”, recalcó.

Sin embargo, acotó, hay datos científicos y sugerencias concretas para adoptar medidas que ayuden a mitigar la situación, por lo que se unió a lo que parece ser un llamado de consenso en adoptar cambios en el estilo de vida.

Por ejemplo, en el caso de escuelas, mencionó la posibilidad de establecer modificaciones a clases de educación física, ‘field days’ y otras actividades, modificaciones a los salones de clases para que sean más frescos, entre otras.

También alertó sobre la situación de trabajadores al aire libre o la agricultura en eventos de calor extremo y mencionó el caso de algunas empresas de construcción que han cambiado sus horarios para trabajar de manera corrida de 6:00 a.m. al mediodía y así evitar el calor de la tarde.

“Pero no hay una respuesta uniforme, protocolaria, como la tienes para un huracán, o para una sequía”, reclamó. “No hay protocolos, programas. No los hay en las escuelas, ni las agencias, ni en el Departamento de Trabajo (y Recursos Humanos). Sin embargo, en Arizona, en California, en muchos otros estados, ya los tienen”.

El año pasado, el Departamento de Educación hizo una repartición de  abanicos por las escuelas para mitigar la ola de calor.
El año pasado, el Departamento de Educación hizo una repartición de abanicos por las escuelas para mitigar la ola de calor. (David Villafane/Staff)

En ese sentido de comenzar a tomar acción ante el calor extremo, el meteorólogo Ernesto Morales expresó que entiende que el principal reto al momento es comunicar esa urgencia a la población.

“Ya tenemos la ciencia, tenemos la forma de comunicar el peligro. Ahora toma no solamente la política pública, sino también el pueblo. El pueblo tiene que entender, si hace calor, cuáles son los impactos. Y ahí es que hacemos colaboraciones con los profesionales de la salud, que nos pueden ayudar a llevarle el mensaje del impacto que tiene sobre la ciudadanía, y la ciudadanía puede tomar decisiones, cambiar su estilo de vida o sus planes”, comentó el conocido meteorólogo del Servicio Nacional de Meteorología (SNM).

Morales llamó a usar con sabiduría los productos que emite la oficina local del SNM y comenzar a ver el calor como otro peligro más, como se hace con otros fenómenos climáticos como las tormentas o las marejadas.

Hay que empezar a pensar en política pública de cómo cambiar esto para acomodar a esta nueva realidad que tenemos. Esto es un cambio de cultura. Esto es algo que vino, que se pronosticó hace décadas que iba a estar ocurriendo y ya se está dando. Ahora tenemos que modificar, cambiar nuestro estilo de vida”, insistió Morales.

“Ya en Puerto Rico se habla de huracanes, todo el mundo sabe la temporada comienza el 1 de junio y termina el 30 de noviembre, y cuando escucha un aviso de huracán, se prepara. ¿Están haciendo lo mismo con los avisos de calor? No. Dicen, ‘ah, va a hacer calor. Otro día caluroso’. Pero el calor es el asesino silencioso”, insistió el meteorólogo.

En el encuentro también han participado expertos que han abordado el impacto del calor extremo en actividades económicas, en la agricultura, las costas, la infraestructura, los ecosistemas como corales y manglares, entre otros aspectos.

También se ha mostrado resultados de estudios que miden el impacto de medidas de mitigación, como la siembra de ciertos tipos de árboles de copa alta que permiten correr la brisa, el uso de colores y materiales específicos en construcción de edificaciones, entre otros.

El encuentro continúa mañana, miércoles, y se puede ver en vivo a través de la página en redes sociales del Ecoexploratorio.