Me había acostado temprano, por lo que no puede ver el pescozón que el actor Will Smith le dio en plena ceremonia de los Oscars al comediante Chris Rock. Al otro día, no había forma de no entrarte, pues la noticia se había apoderado de las redes sociales.

A Will Smith no le hizo gracia el chiste de Chris Rock cuando dijo que esperaba ver a su esposa en la segunda parte de la película “G.I Jane”, haciendo alusión a la condición de alopecia que padece Jada Pinkett-Smith. En “G.I Jane”, la protagonista Demi More se afeita la cabeza.

Luego de agredir al comediante, el actor le gritó desde su asiento: “Deja el nombre de mi esposa fuera de tu F* boca”. Esto ha sido, sin dudas, uno de los momentos más embarazosos en la historia de la televisión.

Relacionadas

Luego del incidente, fueron muchos los que pensaron se trataba de algo montado o parte de un libreto, pero realmente todo ocurrió tal y como lo vimos.

Will Smith, en un brote de coraje, le dejó saber de la peor forma a Rock que su chiste fue de mal gusto. Pienso que el comentario estuvo de más, pero no justifica el pescozón. Ese tipo de agresión no puede permitirse bajo ninguna circunstancia y no podemos encontrar razones para justificarla.

Eso sí, al terminar el show, pudo Will llamar a su colega Chris y, en un aparte, decirle de frente lo que le gritó desde su asiento. Pudo también utilizar su turno al recibir su Oscar como mejor actor para señalar el chiste como uno de mal gusto y a lo mejor advertirle a Chris que no volviera a hacerlo. Tenía alternativas. Cuando habló, además, de disculparse con la academia y los otros homenajeados trató de poner en contexto lo sucedido: “En este negocio tienes que soportar faltas de respeto, debes sonreír y fingir que todo está bien”, explicó.

Los que trabajamos en el mundo del entretenimiento, en algún momento hemos tenido situaciones parecidas a la que experimentó Will Smith. Alguien dice algo nuestro que no es cierto, o servimos de musa para la burla de otros. En ocasiones nos reímos de lo que dicen, pero hay momentos que tocan la fibra más íntima y ese sentido de protección y defensa que llevó a Will Smith a realizar una locura, se nos activa.

Llamas a la persona, lo confrontas y pones los puntos claros. Casi siempre la reacción es la correcta, de respeto y comprensión. En otras ocasiones, no, lastimándose para siempre la relación. He experimentado ambas.

Pero también me ha tocado estar al otro lado, he dicho algún comentario que resultó ofensivo para alguien y esa persona me lo ha hecho saber, de inmediato remedio la situación y me pongo en sus zapatos. Lo imposible es que en ningún escenario pongamos la violencia como alternativa.

Mucho se ha hablado y se hablará de este lamentable incidente y servirá para ponernos a reflexionar. Por un lado, nos toca comprender que no se puede estar vacilando con todo, todo el tiempo. El que una persona sea figura pública no significa que tiene que aguantar todo lo que a la gente se le antoje decirle. Como cualquier ser humano, tenemos derecho a indignarnos y a defendernos. Por otro lado, debemos evitar actuar motivados por la ira, que nunca será una buena consejera. Por imprudente que fuera el comentario de Chris Rock, que lo fue, la respuesta de Will Smith no debió incluir el pescozón. Pero todo lo otro que hizo, incluyendo el grito desde las gradas, estuvo muy bien.