Una de las cosas que me gusta de este espacio es que me permiten escribir de lo que me dé la gana. Lo que me ha llevado a convertir mi vida diaria y experiencias en musa para crear escritos que, entiendo, pueden ser de interés para ustedes, mis lectores.

El pasado fin de semana pasé una experiencia “de madre” en el área Oeste. Me tocó trabajar en Mayagüez y, de una vez, celebrar el Día de las Madres por allá. Nos quedamos en el Rincón Beach Resort, un hermoso parador que no tiene nada que envidiarle a los grandes hoteles. ¡Qué bien la pasé! La verdad que siempre que me quedo en alguno de nuestros paradores la paso de “show”.

Allí llegaron mis hijos y mi esposo un día después para celebrar conmigo el Día de las Madres. Me llevaron unas flores y me regalaron la cafetera, que tanta falta me hacía. Mientras me tomaba un cafecito negro en el balcón del cuarto con una hermosa vista al mar, repasaba las viejas fotos y videos que daban testimonio sobre mi tiempo como madre, desde el nacimiento de mi primer hijo hasta el último juego de voleibol.

Empecé sola, pero luego se unieron mi esposo y mis hijos. No hizo falta nada más para pasar uno de los mejores Día de las Madres de mi vida. Entre fotos y videos, estuvimos riendo y recordando por largas horas, convirtiendo aquella improvisada experiencia en una gran celebración. O sea, que celebré el Día de las Madres viendo fotos viejas con la familia y ha sido una de las celebraciones que más he disfrutado.

Me alegró mucho recordar cada momento vivido junto a mis hijos, transportarme al día del parto, a sus primeros pasos, a cuando aprendieron a nadar, a correr bicicleta. Sus graduaciones, sus primeras palabras, sus cumpleaños. Cada foto y vídeo tenía una historia, algunas incluso generaban versiones encontradas entre el padre y yo que divertían muchísimo a nuestros hijos. La nostalgia me iba abrazando y generando un especial sentido de agradecimiento a Dios por haberme permitido vivir todas esas experiencias como madre.

También, inevitablemente, se da uno cuenta de que el tiempo no hace pausa y cada vez nos queda menos. Nos toca aprovecharlo al máximo para ir llenando poco a poco de vivencias el álbum de la vida. Procuremos que nuestro álbum tenga más fotos de alegría que de tristeza. Que cuando nos sentemos a repasarlo, junto a los nuestros, la velada sea de celebración y no de penas ni tristezas. Sin dudas, la pasé de madre en el Rincón Beach Resort. No hizo falta mucho, sólo buena compañía y hermosos recuerdos.