Réquiem es un cántico de oración que se ofrece por los difuntos. Eventos recientes muestran que el bipartidismo va camino a su defunción política.

En el caso del PPD, basta observar los resultados de su última asamblea. Si bien es cierto que el Partido Popular es una vela que se apaga en términos de apoyo en el país, que ha perdido dos elecciones consecutivas y ha mostrado un colapso institucional y de liderato, uno pensaría que, ante su primera comparecencia en sociedad, su asamblea general sería un debut exitoso. No lo fue.

Las asambleas son la oportunidad de mostrar entusiasmo, pujanza en la movilización de sus huestes y unidad de propósito definido. Nada de eso estuvo presente en la asamblea del PPD.

En cuanto al lugar donde se celebró la asamblea, fue en una cancha pequeña en Trujillo Alto, la cual no llenaron. El alcalde PPD de Trujillo Alto fue convicto por corrupción. Hacer la asamblea en Trujillo Alto fue un recordatorio contundente de que, en el tema de la corrupción, el PPD y el PNP, no se distinguen.

Sobre la movilización, el PPD había anunciado que tenía poco más de cinco mil delegados. El propio ex comisionado electoral de esa colectividad, Gerardo “Toñito” Cruz, señaló que votaron 1,800. Teniendo el control de 40 municipios y ambas cámaras en la Asamblea Legislativa era para que el PPD hiciera una actividad multitudinaria. La movilización fue un fracaso.

En cuanto a la unidad de propósito definido, ni hubo unidad ni hubo propósito definido. Se reprodujo la misma división entre los aspirantes a la presidencia y no hubo mención de un plan o mapa de ruta definido para atender los problemas del país. Ni siquiera hubo mención de una propuesta para atender el problema colonial de Puerto Rico. Se aferraron a la misma defensa antigua de un Estado Libre Asociado que no solo ha sido desahuciado por el pueblo de Puerto Rico, sino también por las tres ramas del gobierno estadounidense.

En el caso del PNP, las noticias no son mejores. En la reciente encuesta de El Nuevo Día, el 82% de los encuestados dijo ver ningún progreso sobre la reconstrucción del país. El 64% de los encuestados dijeron que los fondos asignados para la recuperación no se están usando de forma correcta. A cargo de estos procesos han estado gobiernos del PNP. Pero la respuesta más demoledora para el PNP fue del 88% de los encuestados, que dijeron que el país va bastante mal o muy mal.

A estas calificaciones deficientes se le suman el fracaso estrepitoso en atender el tema del status. En el caso de la comisionada residente, Jenniffer González, no solo es que tuvo que renunciar a la idea de un mandato por la estadidad para lograr sumarse al proyecto de la congresista Nydia Velázquez, sino que su partido republicano le dio la espalda en la votación sobre el mismo. Ahora que la Cámara de Representantes federal está en manos de los republicanos, partido al que ella pertenece, en reiteradas ocasiones le han dicho que un proyecto con la estadidad como opción no tiene oportunidad.

Ante su fracaso en el Congreso, y al ver la debilidad política de Pedro Pierluisi, ahora la comisionada residente enfila sus cañones hacia el gobernador, lo cual apunta a una primaria en el PNP. Pero visto de manera profunda, la realidad es que la primaria en el PNP no se fundamenta en diferencias de ideas, propuestas o visiones. Las diferencias entre Pierluisi y González son los grupos de “colmillús” y cazadores de contratos, que están detrás de cada cual buscando quién guisa más. Es una primaria para satisfacer apetitos de poder de cada uno. A sus respectivos grupos de inversionistas políticos los guía la ambición económica.

Ante ese cuadro no debe extrañar los desvelos, por no decir la histeria, que han invadido a los líderes del bipartidismo, ante los esfuerzos de alianzas electorales o acciones concertadas entre el MVC y el PIP. Cuando uno escucha los “analistos” de esos partidos, no dejan de hablar del PIP y de MVC. El temblequeo del liderato rojo y azul es porque escuchan del pueblo los cánticos del réquiem por bipartidismo.