¡Y con el mazo dando! Este es un viejo refrán que pone en perspectiva a todo aquel que predica una cosa y hace lo contrario. Ese viejo dicho me saltó a la mente desde la semana pasada al ver varios casos notorios de la política boricua.

Les confieso que nunca deja de sorprenderme. Nuestra política es mejor que Netflix, pues todas las semanas trae nuevas intrigas, capítulos misteriosos y giros inesperados.

Empiezo con la audacia del alcalde de Ponce. El Dr. Luis Irizarry Pabón radicó su candidatura para la reelección retando las normas básicas de decoro. En momentos que aún enfrenta un espinoso asunto a nivel judicial, por el cual fue separado de sus posiciones políticas, optó por llenar los papeles.Lo hizo con la bendición del presidente de la Asociación de Alcaldes, el popular Luis Javier Hernández. Pareciera que el temor de afectar políticamente todo el distrito pesa más que presentar una colectividad limpia que diga “fo” a cualquier apariencia de corrupción.

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Es correcto que le cobija la presunción de inocencia. No obstante, ante una contienda, cuyo tema principal será la corrupción, valdría la pena que el alcalde atienda tales asuntos legales desde su perspectiva privada como ciudadano y no como funcionario público.Irizarry Pabón no tan solo defendió su aspiración, aseguró que “Dios le habló en un sueño y le dijo que no se quitara”. De esta forma, casi mesiánica y ungido por Dios, lo tenemos nuevamente como candidato.

De igual forma, María Milagros Charbonier comenzó su proceso judicial tras unos tres años de espera. La exlegisladora llegó al tribunal promulgando su inocencia.

Como antesala a su comparecencia, Charbonier pasó días intensos bombardeando las redes sociales, particularmente X -mejor conocida como Twitter-, de mensajes llenos de salmos y citas bíblicas.En el primer día, la fiscalía comenzaba a destapar detalles. Entre ellos, cómo el esposo de Charbonier enterraba una vasija llena de dinero en el patio de una empleada. De seguro, más de uno en ese jurado, frunció el ceño al escuchar el detalle.

Aunque distintos, los esquemas de la exlegisladora novoprogresista y elalcalde popular tienen elementos en común. Ambos usaron empleados para su beneficio. La primera le aumentó el salario a unos cuantos a cambio de un “diezmo”, mientras el segundo utilizó jefes de agencia municipal nombrados por él y les entregaba la “libretita” del préstamo personal, para que le dieran una “ofrenda” en pago.

Para ponerle la cereza al bizcocho tenemos al Proyecto Dignidad. Esta colectividad pretende ser el paladín de la moralidad boricua e incurre en una serie de acciones que denuncian lo contrario.Un candidato a la Comisaría Residente en Washington, César Valentín, denunció que su aspiración se fue por la borda debido a su hijo. El hombre contó que el cuadro directivo del partido le dio “bola negra” por el hecho de que su hijo es homosexual.

Aunque la secretaria general del Proyecto Dignidad, Nilda Pérez, se fue hasta el cuello negando la imputación, lo cierto es que nunca dieron una excusa entendible. Ninguna justificación lucía acertada para excomulgar esa candidatura.Proyecto Dignidad parece que está casado con una candidatura única a la capital federal y se armaron de débiles excusas para sacar del camino al señor Valentín. No se puede juzgar a un padre por las preferencias particulares de los hijos. Mucho menos por una orientación sexual, que valientemente el señor Valentín vertía en un libro donde desarrolla el tema desde su punto muy personal como cristiano.

Y así, en plena Navidad, la política sigue su curso con estos giros. Más de uno se rasca la cabeza, pues luce totalmente incongruente que se invoque a Dios para cobijar cosas torcidas. Estoy seguro que al conmemorarse otro aniversario más del nacimiento de Jesús, este tampoco deja de sorprenderse de la forma en que la creación favorita, el hombre, mal utiliza el nombre de su papá.